jueves, 8 de marzo de 2012

Desigualdad, Pobreza y Delincuencia

La desigualdad en la distribución del ingreso, que atenta contra la igualdad de oportunidades, pero también de capacidades, hace más difícil la superación de la pobreza. Esta asintonía es vivida con malestar por sectores cuantitativamente importantes de la población, que reaccionan con conductas de desquite o de legitimación de la ilegalidad.
Por Manuel Gross Osses
El DPD no es un nuevo partido político, ni una organización ni nada que se le parezca. El DPD es un espectro o fantasma que recorre Chile causando miedo o temor en gran parte de la ciudadanía. Se llama DPD porque está compuesto de tres sustancias: Desigualdad, Pobreza y Delincuencia.
La escandalosa desigualdad social, en palabras de la Iglesia Católica, se expresa en cifras tan dramáticas como que el 10% más rico gana 31 veces más que el 10% más pobre, o que alrededor de 3 de cada 4 chilenos gana menos de 170 mil pesos.
La extrema concentración de la riqueza en unos pocos, empuja hacia abajo los ingresos, llegándose a considerar oficialmente que sólo son pobres los que ganan menos de 47 mil pesos en las ciudades y menos 32 mil pesos en las zonas rurales.
Estas líneas de definición de la pobreza (que necesitan ser redefinidas urgentemente para sintonizarlas con el crecimiento del país) dejan en calidad de pobres a 2 millones 200 mil chilenos, dentro de los cuales más de medio millón están en estado de indigencia. En La Araucanía, uno de cada cinco chilenos es pobre, la mayor parte de ellos de ascendencia mapuche.
Aunque es un tema largamente debatido por los especialistas, lo que parece bastante cierto es que hay una gran relación entre la cantidad de pobreza y el nivel de delincuencia. Y es que la
pobreza no sólo se expresa por la escasez de ingresos sino que también por la falta de oportunidades y por la discriminación social y étnica.
En palabras de Hugo Frühling, director del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile: “Evidentemente la delincuencia es un fenómeno social y cultural. La gente no es que salga mala de adentro ni aterrizó en Chile proveniente de la Luna. Y ciertamente, buena parte de los estudios demuestran que a mayores niveles de desigualdad de ingresos tiende a haber mayores niveles delictivos. Pero hay otros factores actuando difíciles de enfrentar, como la droga, los cambios culturales, el incremento de las oportunidades para delinquir.”


 

El Informe sobre Desarrollo Humano, elaborado en 2004 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es tajante: “La desigualdad en la distribución del ingreso, que atenta contra la igualdad de oportunidades, pero también de capacidades, hace más difícil la superación de la pobreza. Esta asintonía es vivida con malestar por sectores cuantitativamente importantes de la población, que reaccionan con conductas de desquite o de legitimación de la ilegalidad”.

Para frenar el creciente miedo o temor que sienten objetivamente los ciudadanos es necesario, entonces, dejar de enfrentar separadamente los elementos del DPD (desigualdad, pobreza y delincuencia) y en cambio considerarlos conjuntamente en una estrategia global de construcción de un país más justo y solidario.



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